VII
Frank roncaba en el asiento de copiloto al ritmo del motor de su auto. Hannah sólo suspiraba con la cabeza apoyada en el volante. Nuevamente se encontraba estacionada frente la casa de sus vecinos con su hermanito roncando como si no hubiera dormido en días. Ella había sido la que realmente no había podido dormir durante noches, no el holgazán de su hermano que no salía de su cama durante todo día.
Generalmente, los fines de semana aprovechaba para dormir todo lo que no había podido durante la semana, pero luego de su desastroso fin de semana junto a Way sólo pudo descansar el domingo. Cuando llegaron a la madrugada a Belleville, sólo los Way estaban en su casa porque sus padres habían ido a la policía a realizar una denuncia ya que no aparecían. Luego de que los Iero llegaran y los regañaran por ser tan irresponsables de no avisar donde estaban y de desaparecer a “hacer quien sabe qué” - sus palabras, no las de Hannah - pudieron explicar la odisea por la que habían pasado. Los adultos no les creyeron para nada, entonces Hannah inteligentemente indicó que habrían llegado en el auto si hubiera funcionado. Donna preguntó como habían vuelto y Gerard se aclaró la garganta antes de explicar su versión de la historia.
— Tuve que prostituir a Hannah con unos narcotraficantes para que nos acerquen con su jet privado.
Toda la sala se quedó en completo silencio viendo como, en cámara lenta le golpeaba la entrepierna y gritaba su tan habitual “¡Idiota!” Luego de eso se fueron a dormir por el resto del día, dejándola totalmente descansada y lista para afrontar la semana.
Pero como ya era costumbre, su insomnio hizo presencia durante la madrugada y dos nuevas películas Western se anotaron en su lista. Las ojeras eran cada vez más grandes y no encontraba ninguna forma de que el sueño volviera a ella durante la noche.
Si seguía quedándose unos minutos más con la cabeza en el volante podría caer dormida, así que a duras penas bajó del auto y se dirigió con mucha pereza a la puerta de los Way. Antes de que llamara, se abrió mostrando a un sonriente Gerard y a un dormido Mikey que caminaba por inercia.
—Violet. – Dijo él cortésmente, de seguro aún tenía la patada de la noche anterior grabada en su mente.
—Arthur. – Contestó con el ceño fruncido pero luego le palmeó el hombro. – Bien, haz aprendido a utilizar el despertador.
—Algún día debía comenzar a hacerlo, no quiero despertar siempre con un baldazo de agua fría.
Hannah sonrió con aprobación recordando el método que había utilizado para despertarlo durante todo ese tiempo y ambos se dirigieron al auto donde ya Mikey se encontraba dormido. Gerard se sentó en el asiento trasero, recostándose contra la puerta para dormir unos minutos más.
—Por favor, no pongas esa mierda de música electrónica… - Pidió Gerard bostezando. – No quiero arruinar mis oídos.
—Tranquilo camarada. Pondré algo de rock para ti.
Colocó el CD de compilados de su hermano y “Nothing Else Matters” de Metallica comenzó a sonar. Gerard se relajó aún más en el asiento escuchando la voz de Hetfield salir por los parlantes, llevándolo a un estado de letargo profundo. Cuando la canción llegó a su fin, Hannah observó por espejo retrovisor como Gerard había caído dormido. Maldito, debía afrontar las consecuencias de haber llamado “mierda” a la música que escuchaba.
Así que comenzó a adelantar las canciones hasta que el nombre “Breakdown – Breaking Benjamin” apareció en la pequeña pantalla del estéreo. Una sonrisa de maldad se extendió en su rostro mientras subía el volumen hasta el máximo.
Maldito infeliz.
Las primeras notas en piano de la canción comenzaron a sonar y luego el grito ensordecedor del cantante llenó el auto. Los tres saltaron espantados al mismo tiempo y Hannah no pude hacer más que reír como loca mientras aparcaba en el estacionamiento del colegio.
—¡Estás loca! ¡Loca! ¡Nunca conocí nadie más demente en mi vida! – Gritó Gerard bajando del auto y pegando un portazo. Los pequeños lo siguieron ignorando a Hannah quien aún cerraba su auto con llave y colocaba la alarma, sin poder parar la risa.
—Lo siento, ¡no lo pude evitar! Sabes perfectamente que no puedes joder con la música que yo escucho Gerard. Además, estuve todo el fin de semana portándome bien, algo malo debía hacer. – Dijo con una sonrisa inocente.
—Me pegaste una patada en la entrepierna el domingo, ¿no recuerdas eso? – Fue lo único que contestó moviendo la cabeza de un lado al otro. - ¿Dónde quedó nuestra tregua?
—¿Tregua? – Preguntó Mikey quien junto a Frank estaban prestando atención a la conversación. - ¿Hicieron una tregua?
—Sh, esta es una conversación de grandes. Ve a ver Bananas en Pijamas o algo. – Le dijo Hannah frunciendo el ceño y tomando a Gerard del brazo para alejarlo más de los menores.
—¿Qué te dije Frank? – Dijo Mikey mientras se alejaba junto a su mejor amigo. – Me debes $20.
No alcanzaron a escuchar que fue lo que Frank replicó porque ya estaban lo bastante alejados como para entender.
—Lo siento, pero he pasado todo el fin de semana sin golpearte, insultarte o discutir contigo, ¡así que algo debía hacer! Nuestra relación no es nada sin ellos, ¿entiendes lo que digo?
Gerard se mantuvo parado frente a ella con los brazos cruzados sobre su pecho mientras observaba con los ojos entrecerrados a Hannah quien no hacía más que sonreír tiernamente.
—Entonces, ¿si no estás injuriandome de una manera o de otra, no podemos coexistir?
—Exacto. - Dijo ella con una sonrisa. - No puedo evitarlo, es más fuerte que yo.
—Entonces te atienes a las consecuencias. - Contestó Gerard encogiendo los hombros. - No quiero lloriqueos, ¿ok?
—Ok, pero tampoco seas tan duro... Recuerda que soy una dama y debes tratarme como cual. - Gerard la miró arqueando una ceja. - ¿Qué? No me mires así, ¿acaso no soy una dama?
—Una dama no golpea tan fuerte.
—Deja de llorar Gerard. - Hannah rodó los ojos y comenzó a caminar hacia Brittany que la esperaba en la puerta del edificio principal. - Esta tarde ven a mi casa así me enseñas matemáticas. No te olvides, es lunes.
—Nunca cariño.
Hannah se alejó riendo por el sobrenombre que Gerard le dijo. Maldito idiota, era demasiado divertido pelear con él. Luego de esa charla “emotiva” en la que habían tratado de mantener la paz se dio cuenta que era en vano. ¿Qué sería de su vida sin tener a Gerard para molestar? Hacer las paces con Gerard era algo inútil e ilógico. Y por mucho que quisiera negarlo, a pesar de odiarlo le divertía sus peleas. A lo lejos vio como Brittanny la observaba riendo a medida que se iba acercando a ella.
—¿De qué te ríes?
—De la sonrisa idiota que tenías en el rostro luego de hablar con Way. ¿No eras tú la que hace unas semanas me llamó “loca” por considerarlo atractivo?
—Oye, oye – dijo parándose en medio del pasillo y haciendo que Brittany la enfrente. - No pongas palabras en mi boca, ¿ok? En ningún momento dije que Way era atractivo. ¿A qué viene todo esto?
—Es que... no se hablaron durante casi tres semanas y luego vienes con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Qué sucedió que no me contaste?
—Nada de lo que te estás imaginando Brittany. Su padre nos envió a Middle Township para recoger un paquete y el motor del auto se fundió. La convivencia hizo que las cosas se pusieran difíciles y bueno... ambos nos pusimos sentimentales y...
—¿Tuvieron sexo?
—¡Ugh Brittany! - Gritó Hannah haciendo una mueca de asco. - ¡No! Hicimos las pases.
—¿Hicieron las pases? - Preguntó frunciendo el ceño. - ¿Tu y Way se llevan bien ahora?
—Oh no, claro que no. Estamos lejos de eso, créeme. Le pateé la entrepierna el domingo a la madrugada.
—Oh. Bueno... ¿entonces porque viniste sonriendo?
—Porque creo que he vuelto a sentir el placer que sentía en mi infancia molestando a Gerard.
Brittany se paró frente a la puerta del salón de matemáticas y la observó atentamente con los ojos entrecerrados.
—Estás loca. - Hannah rodó los ojos antes de entrar al aula.
—Ya me lo han dicho varias veces.
***
La clase de matemáticas era tan aburrida como siempre pero agradecía internamente a Gerard porque por fin, entendía lo que el profesor estaba explicando. En medio de la clase un papel golpeó su cabeza y se dio vuelta, dispuesta a insultar a Way – porque estaba segura de que había sido él – pero se encontró con Alex saludándola con la mano.
Hannah inmediatamente cambió su semblante por una sonrisa boba y los ojos se le iluminaron. ¡no había oído de él en todo el fin de semana! Vio por el rabillo del ojo como Gerard murmuraba un “patético” y rodaba los ojos. Ella sólo lo fulminó con la mirada y alzó el bollito de papel.
“Me dejaste plantado el sábado a la noche, se suponía que íbamos a ver el partido del Manchester Ud contra el Liverpool”
Frunció el ceño, no tenía ni idea de que eran pero supuso – por el nombre de las dos ciudades inglesas – que hablaba del partido de la liga inglesa de fútbol que iban a ver juntos. Bufó por lo bajo, odiaba ver deportes con Alex pero su vida dependía de quien tenía más puntos en la Champions League o quien ganaba la copa Davis en tenis.
“Lo siento, tuve un problema familiar durante el fin de semana. ¿Crees que hoy podemos recuperar el tiempo perdido?” Obviamente, no mencionaría el pequeño incidente con Gerard. Le lanzó el bollito de papel nuevamente y cinco segundos después lo sintió golpear otra vez contra su espalda.
“Claro cariño, ¿qué propones?”
Ella sonrió y con rapidez le explicó que en el canal 45 darían un especial de 6 horas con películas de Polanski, uno de sus directores favoritos. Hannah podría ser considerada superficial y hueca por la mayoría del instituto, pero sólo las personas más cercanas a ellas sabían que tenía una debilidad por las películas antiguas. Era toda una cinéfila. Con emoción le lanzó el papelito y esperó a ver la reacción de Alex quien sólo frunció el ceño y arrugó la boca. Rápidamente escribió su respuesta en el papel.
“Tengo entrenamiento con el equipo, ¿puede ser otro día?”
Hannah apretó el papel en sus manos fuertemente. Le estaba mintiendo, Alex tenía entrenamiento los martes y jueves, no los lunes. Era obvio que no quería pasar tiempo con ella. Era obvio que no quería pasar 6 horas con ella encerrados en una habitación viendo películas de Polanski. Suspiró y recostó su cabeza en su cuaderno, no le contestaría. Alex podía ser muy perfecto, pero necesitaba algo más que caricias, besos y palabras cursis. Necesitaba un chico que viera “Chinatown” con ella.
***
Gerard recorría la parte desolada del campus dirigiéndose a la zona donde se juntaba entre los recreos junto a Bob y Ray. Mientras caminaba con la cabeza baja y pateando una piedrita seguía dándole vueltas al tema que había estado maquinando durante toda la clase de matemáticas.
El amor apesta.
Y no, no lo decía por ser un resentido o algo por el estilo, es sólo que le asqueaba la manera en la que alguien lucía enamorado. Lo vio en Ashley, esa mirada tan idiota que le dedicaba como si fuera el ser más perfecto del mundo. Realmente lo repugnaba ver como ella lo colocaba en un pedestal. Y luego lo vio a Hannah, mirando a Alex como si fuera lo más perfecto del mundo y como si no pudiera vivir sin él. ¿Realmente lo conocía o esa mirada era producto de su imagen prefabricada que tenía de él? Si eso era amor, el amor apestaba.
Para Gerard el amor “si es que existe” - agregó en su mente – es cuando una persona conoce todos tus defectos y virtudes, pero te sigue amando porque esas imperfecciones son las que la hacen perfecta. ¿Existiría el amor como Gerard pensaba que era? Un pensamiento un poco ilógico viniendo de un adolescente que se acuesta con todo lo que tenga pechos.
—Gerard. - Una voz femenina lo sacó de sus pensamientos. Oh mierda, Ashley lo había seguido desde el salón de matemáticas.
—Ashley, cuantas veces debo decirte que... - Sus palabras se atascaron en su garganta cuando vio de quien se trataba. - ¿Chloe?
—Hola. - Dijo ella con una sonrisa tímida.
Gerard sólo se preguntó en su mente si eso era una respuesta a la pregunta anteriormente hecha. Vio cómo Chloe se removía incómoda debajo de su mirada pero no sabía que decir, ¿qué se dice luego de dos años sin hablar? ¿Qué se dice cuando tienes a la chica por la que sufriste tanto frente a tus narices? Se paró rectamente ignorando la belleza de Chloe, que lo había cautivado cuando a penas tenía quince años y tratando de demostrar que cuando le dirigió la palabra no lo afectó en nada.
—¿Qué quieres? - Preguntó duramente.
—Lo siento. - Dijo mordiéndose el labio y Gerard rió cruzándose de brazos.
—¿Qué? ¿Esperaste dos años para pedirme perdón? ¿Justo luego de una clase de matemáticas?
—Perdón, pero fue duro para mí también, ¿ok? - Dijo peinándose hacia atrás un mechón de su pelo rubio. - Anoche estuve pensando en lo idiota que fui en tirar por la borda lo nuestro Gerard, era especial.
—Claro, fue demasiado duro abrirle tus piernas a Alex Edwards, ¿verdad? - Espetó con dureza. - Lo nuestro fue especial Chloe, fue. Tiempo pasado. Deberías haber tenido en cuenta eso antes de engañarme con el idiota de Edwards.
—Era una idiota Gerard, soy una idiota, pero antes era más idiota. Lo siento tanto, nunca quise lastimarte.
Gerard la observó con incredulidad, casi shockeado porque fueron exactamente las mismas palabras que dijo Hannah cuando le pidió perdón. Tal vez esto es algún complot entre las dos para joderlo aún más. Aunque eso sería imposible ya que las dos se odian más que a nada en el mundo y Hannah lucía realmente sincera cuando se disculpó. Y ahora Chloe también parecía sincera.
Tal vez era sólo una coincidencia. Gerard sólo suspiró y asintió. Chloe tomó esto como una invitación y se acercó lentamente colocando sus brazos alrededor de su cuello. Comenzó a acercar lentamente su boca hasta que sus labios se rozaron y sonrió. Gerard podía sentir su aliento a fresas entrar en sus fosas nasales y se sintió como un niño nuevamente, teniendo a la chica que le gustaba entre sus brazos.
—¿Recuerdas nuestra primera vez Gerard? - Gerard asintió tratando de no mostrar ningún sentimiento en su rostro. Tomó su celular y miró la hora.
—Tenemos exactamente 20 minutos. Mejor nos apuramos si quieres que sea rápido.
Gerard sonrió de lado cuando sintió los labios de Chloe atacar los suyos con una furia salvaje pero en su mente corría a mil por hora. Tenía miedo por volver a enamorarse de Chloe White y se odiaba a sí mismo por no resistirse ante una mujer.
***
El camino de vuelta fue tenso, en realidad porque ninguno de los dos estaba presente en ese momento, sus mentes estaban demasiado lejos. De fondo se escuchaba las voces de Frank y Mikey que hablaban animadamente sobre la nueva serie de ciencia ficción que había estrenado FOX. Tampoco estuvieron presentes cuando comenzaron con su clase de matemáticas. Gerard explicaba por inercia, como si cada palabra hubiera sido memorizada. Hannah sólo asentía, pero no entendía ni un comino de lo que estaba diciendo.
—Y ahí termina la ecuación. - Dijo recostándose en la cama de Hannah y prendiendo la televisión. - Oye, pensé que tardaría más en terminar en tu cama.
—Ya se me hacía raro que no lanzaras un comentario inapropiado. - Dijo rodando los ojos y sentándose a su lado. - ¿Qué te sucede?
Gerard quitó la vista de la pantalla y la dirigió a Hannah quien ahora lo observaba con atención. ¿Cómo había notado que su atención estaba muy lejos? Él frunció el ceño, Hannah había estado en el mismo estado que él. La verdad no tenía ganas de tener una charla a corazón abierto, mucho menos con Iero, así que desvió el tema.
—Puedo preguntar lo mismo. - Y dirigió su mirada nuevamente al televisor. - ¿Qué te sucede?
—Yo te pregunté primero, respóndeme.
—Pero yo soy el mayor. - Contestó con guiño.
—Gerard, ¡no utilizamos esa excusa de “yo soy mayor” desde que eramos niños! Dime que te sucede.
—Si tú me dices primero yo te lo digo.
Hannah lo observó fijamente mientras parecía pensar cuidadosamente las palabras que diría. Era obvio que no confiaba en él, pero seguro que esa preocupación la estaba comiendo y necesitaba descargarse con alguien, aunque sea con él mismo.
—Digamos que estoy empezando a creer que las cosas no son tan perfectas como creo. - Dijo haciendo una mueca y Gerard lanzó una carcajada. - ¿De qué te ríes idiota?
—¡Por fin te diste cuenta de que esto no es un cuento de hadas! Bienvenida al mundo real. - Hannah sólo frunció el ceño.
—Eres un verdadero imbécil.
—Ya lo sabía. Pero ¿Por qué te interesa de cómo me siento? ¿Hay algo que me tengas que decir?
—¿A qué te refieres?
—Es como si de pronto Úrsula se preocupara por los sentimientos de Sirenita. No va contigo, ¿entiendes lo que digo?
—Si, también entiendo que eres un idiota supremo.
—Igual que tu novio. – Dijo rodando los ojos.
No supo porque lo dijo, tal vez porque aún tenía la mirada patética con la que lo había mirado Hannah horas antes. Tal vez porque también le molestó recordar que Chloe lo había dejado por el idiota de Alex. No tenía un buen día y Hannah tampoco, así que no le sorprendió cuando su pequeño puño colisionó fuertemente contra la nariz de Gerard. Sintió como sus ojos se llenaron de lágrimas y se llevó la mano inmediatamente hacia su tabique.
—¡Eres un idiota! ¿Por qué rayos siempre tienes que meter a Alex en nuestras conversaciones? ¡Sólo te estaba preguntando que te sucedía! ¡Ash! – Gritó exasperada sin saber que más decirle. - ¡La próxima vez te quedarás sin ella, te la rebanaré y se la echaré a mis peces de colores!
Gerard la observó y quiso reír por lo absurda que había sonado al citar una de las frases de Polanski en “Chinatown”. Pero la nariz le dolía y también se maldecía internamente por ser tan idiota. Hannah lo miró arrepentida luego de ver cómo se secaba las lágrimas.
—Lo siento. - Dijo ella mirando al suelo. - No tuve un buen día hoy y encima metiste a Alex en la discusión y bueno... no debiste haberlo hecho. —Además sabes que siempre que estoy contigo me vuelvo violenta.
—Lo sé, pero pensé que a estas alturas de mi vida podría manejar tus ataques de ira. - Dijo aún tomándose el tabique. - Siento ser un idiota siempre pero yo tampoco tuve un buen día.
Ninguno de los dos dijo nada más. Hannah lo observó con lástima y nuevamente el sentimiento de haberla cagado la embargó.
—Debe dolerle mucho. - Susurró
—Solo cuando respiro.
Hannah sonrió de sobremanera y sus ojos se iluminaron cuando escuchó que Gerard otra de las frases de Chinatown. Él sonrió de costado al notar la forma en que lo observaba.
—Sé que nunca hemos hecho esto pero... ¿quieres quedarte a ver un especial de películas de Polanski?
—Está bien. Pero no quiero más golpes en la nariz ¿entendido?
—Te dije que lo siento. - Murmuró tomando el control remoto y cambiando la televisión donde ya había empezado “Rosemary's baby”
—Pero, el caso es, señorita Iero, que casi me quedo sin nariz. Y me gusta mi nariz, me gusta respirar con ella. - Hannah rió al escuchar que nuevamente había citado una frase de Chinatown.
—Oh callate Arthur.