Fanfics

вечность

El mundo es oscuro, mucho más de lo que imaginamos. Gerard Way, un músico drogadicto y atormentado por la reciente muerte de su prometida, lo descubre de la peor manera. Sorpresivamente, el destino le pondrá en su camino respuestas a preguntas no hechas: por sus venas corre sangre Romanov - realeza del antiguo... imperio Ruso y de los vampiros - y es el único que puede encontrar a solnechnyĭ svet. Pero una guerra en contra de los Blut Mitternatch se avecina, ¿cuál será el bando ganador? [...]

Misery Business

Samantha Waldorf cree que los únicos problemas que puede tener su vida son un padre ausente la mayor parte del tiempo, el acoso constante de los paparazzis y ser considerada como la próxima Paris Hilton por los tabloides. Pero todos se complica cuando su padre le hace una propuesta indecente: enamorar a Gerard Way el... hijo de su mejor amigo fallecido. Secretos que pueden destrozarla comienzan a salir a la luz y una venganza se va a llevar a cabo. Porque en The Hamptons, no todo es lo que parece. [...]

Hands of Time

Ambos son inestables, ambos están locos. Hannah odia a Gerard porque es la única cosa que no puede tener bajo su control. Gerard odia a Hannah porque pertenece al mundo que siempre odió. "Somos opuestos, del tipo que no se atraen" dijo ella. ¿Pero qué sucede si los opuestos si se atraen, a pesar de que lo nieguen? ... ¿Y qué sucedería si no son tan opuestos como creen y tienen demasiado en común? Las manos del tiempo harán lo suyo y deberán superar los obstáculos que la secundaria y su orgullo ponen frente a ellos. [...]

One Shots y Drabbles

Si haces click en la imagen te llevará a mi lista de One Shots y Drabbles. [...]

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¡Avisos!

Samantha Waldorf miércoles, 4 de abril de 2012 ,
¡Hola! Es la primera vez que posteo algo en este blog que no sea uno de mis escritos, pero tengo bastantes cosas para comunicarles. No sé si las personas que leen desde aquí estarán familiarizadas con el Hotel Bella Muerte - donde tengo mis historias actualizadas - por eso creo esta entrada.

  • Primero y principal, el motivo de mi ausencia. Generalmente - todos los años me pasa lo mismo - Marzo/Abril son difíciles para mí porque es la época del año donde me acostumbro a como va a ser el ritmo del año que va empezando. Muy pocas de aquí me conocen personalmente, pero les cuento. Es mi último año de secundaria - y probablemente el año más importante de la vida de una persona - y tengo muchas otras cosas de la que ocuparme: cena de egresados, buzos de sexto año, decoración del curso, presentación de los buzos, etc. Además estoy ocupándome de mi futuro no tan lejano, la Universidad. Sin contar mis actividades extracurriculares (inglés, curso de Orientación Vocacional, gimnasio) y por sobre todas las cosas: la joda.  Patético, si, ¡pero no puedo desperdiciar mis diecisiete años! Así que ese fue el motivo de mi ausencia. 
  • Segundo: No tengo inspiración. Lo único que hago es ver el fondo blanco de mi Word tratando de escribir algo que tenga sentido pero, nada. Espero que este fin de semana largo pueda adelantar un poco. Y eso me lleva al tercer punto.
  • Misery Business queda oficialmente cancelado. Lo sé, es la segunda vez que lo cancelo, pero además de todas las razones que enumeré arirba, no le veo ni pies ni cabeza a la historia. Es una de mis mayores decepciones literarias y bueno... por una parte me libro de una de mis historias. Si alguna vez lo termino, se los haré saber.
  • Mis amigas tienen un nuevo foro llamado Pleasant Dreams. Es un foro de fanfictions de todo tipo de fandom. Clickeen aquí para más información. 
Creo que eso es todo. Espero poder actualizar con alguno de mis escritos y gracias por leer. ¡Nos estaremos viendo! 

Samantha Waldorf.
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Home.

Samantha Waldorf viernes, 3 de febrero de 2012 ,


He stared on her face, blushed with tears falling down her cheeks. Her bloodshooted eyes staring helplessly in his face, looking for a good reason to know why she was outside his apartment. She found no one.

Instead, she found herself wrapping quickly her skinny arms around his waist and burying her face in his chest. She didn't need reasons. She was sick of looking for something to explain why she was comfortable around that tall man, with curly hair and the most sincere and beautiful brown eyes thar she had ever seen. Dan looked in her eyes and Blair felt that he peered into her soul, reading all her better hided fears.

Blair was hopless. Everything she ever thought that will be perfect collapsed around her and she couldn't do anything to stop it. She lost her baby, Chuck and the perfect life she planned with Louis. Her tears were falling down as she let her world falling down around them. She couldn't stop her crying but now she feel safe. She felt safe the moment when he wrapped his arms around her shoulder and kissed the top of her head.

I need you” Blair whispered.
You have me” Dan answered.

She sighed, tightening ger hold. Blair closed her eyes while that familiar feeling feeded her and the peace cleared her soul.

She was with Dan. She was in home.  
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Capítulo XVII

Samantha Waldorf
возрождение

XVII



9 de Julio del 2009. 18.30 hs. Moscú, Rusia.

A veces le sorprendía lo mucho que había empeorado todo desde la última vez que vio a  Gerard. Su vida terminó siendo un torbellino en medio del océano, devorando con ansias cualquier pequeño bote tratando de escapar de sus garras. En este caso, el pequeño bote contenía sus pocas esperanzas de volver a tener una vida normal luego de su incidente con Gerard. De ese pequeño bote, sólo quedaban algunos pedazos de madera flotando sobre el mar mientras que sus esperanzas se encontraban en algún rincón inhóspito de las profundidades. 

Creyó ilusamente que poco a poco podía acallar el dolor y hundirlo en lo más lejano de su corazón, pero le fue imposible. Aunque ya hubiera pasado un año, seguía pensando en él, extrañando sus labios y sus caricias. Extrañando como sus labios se curvaban cuando sonreía y la forma en que suspiraba cuando se unían en un apasionado beso. 

Debería odiarlo, por haberla tratado tan mal y por haber huido sin ni siquiera decir adiós, pero no podía. Sea lo que sea que es hombre había hecho con ella, la tenía atada a su muñeca y el sentimiento que llenaba su pecho era mucho más fuerte de lo que había sentido en su vida. Ni siquiera con Max había experimentado tal intensidad. 

Las tinieblas cubrieron su vida luego de que Gerard se fue. Unas semanas después, su abuela fue diagnosticada de cáncer de páncreas y comenzó a empeorar con el pasar de los días. Jamás sintió tal desolación como cuando el doctor le dio la noticia. Su abuela, su único e incondicional apoyo, era consumida poco a poco por una maldita enfermedad. 

Intentó por todos los medios de convencerla para que acceda a realizarse la quimioterapia pero ella se negaba rotundamente, alegando que “todo sucede por algo”. Podía escucharla llorar silenciosamente por las noches en su habitación, susurrando de que “aún debía proteger a su pequeña Cassie pero si el Destino así lo quería, dejaría que fuera de esa manera”. 

Los meses empezaron a pasar rápidamente y el estado de salud de su abuela comenzaba a empeorar cada vez más. Su piel tomó un color calcino, sus ojos azules dejaron de tener ese brillo tan característico y sus huesos comenzaron a notarse más contra su piel. Muy a su pesar, tuvo que utilizar los $20.000 que nunca le había devuelto a Gerard, sólo para asegurar que viviera sus últimos días en las mejores condiciones posibles. 

Ahora ella se encontraba observando como respiraba pacíficamente en una cama de hospital, siendo ayudada por los respiradores eléctricos. Se encontraba agonizando y luchando con su último aliento por su vida. Cassie debía pelear contra las lágrimas al pensar en el inevitable desenlace. ¿Qué haría sin su abuela? ¿Cómo seguiría sin ella? Su casa ya se sentía tan fría y desolada sin su presencia. No podría vivir sin ella pero de una manera u otra debía seguir adelante. Aún tenía 20 años y toda una vida por vivir. 

Se secó una lágrima que cayó por su mejilla cuando su abuela la observó. Podía ver que estaba sufriendo no físicamente, porque la morfina que le habían inyectado ya se había encargado de eso, sino emocionalmente. Tal vez ella estaba pensando lo mismo que Cassie, sabía que no podía dejarla sola y desamparada en este mundo. 

Pero estaba segura de que si el Destino había decidido que su hora de partir era en ese momento, lo aceptaría. Tal vez había terminado con su tarea de protegerla y ahora Cassie debía seguir por su camino. Enfrentar a su destino. Con el último aliento que le quedaba dijo su nombre. Cassie se acercó lentamente y acarició sus cabellos grises con ternura. 

—Todo estará bien abuela. - Susurró mientras su abuela cerraba los ojos al sentir las caricias de su nieta.

Cassie sabía que nada estaría bien si la dejaba pero debía aparentar ser fuerte frente a ella. Su abuela abrió los ojos y una lágrima rodó por su mejilla. El nudo en su garganta comenzó a hacerse más y más fuerte cuando notó que su abuela se estaba preparando para irse. Quiso gritarle que no la abandonara y que se quedara con ella, pero sabía que era imposible. Su abuela sonrió y antes de cerrar sus ojos para siempre dijo: 

Sigue a los que son bañados por la luz Cassie.



***



Cuando era adolescente siempre deseó ser alguien fuerte físicamente, alguien por quien miles de mujeres darían todo sólo por estar entre sus sábanas y a quien todos respetarían. Anhelaba ser como uno de esos superhéroes que leía en sus cómics, luchando por salvar el mundo y teniendo a toda una tropa bajo sus órdenes. Pensó que sería genial. 

A sus 32 años, había cumplido todos esos deseos que se había planteado de joven. Entonces, ¿por qué se sentía tan miserable?

Algo demasiado útil de ser un vampiro era que su cerebro tenía una especie de interruptor que impedía que pensamientos indeseados vinieran a su mente durante sus entrenamientos o cuando discutía temas de suma importancia con los Caballeros – porque ahora era uno de ellos -. Agradecería eternamente por tener ese poder. Pero cuando el sol salía de su escondite y él se dirigía a su recámara para poder regenerar sus heridas hechas en el entrenamiento... los pensamientos indeseados lo llenaban. 

Casi como en una cascada, el rostro de Lindsey y Cassie bailaban en su mente, el sentimiento de  autodestrucción que sintió meses antes lo embargaba nuevamente y los miedos de ser la única esperanza de la humanidad lo ahogaban. Aún no podía manejarlo correctamente.

Como se prometió cuando salió de su departamento aquel día en el que dejó atrás su antigua vida, se enfocaría sólo en la batalla y en los asuntos de los voiny sveta. Era un dvoryanstvo y casi toda la orden estaba bajo su mando. Eran demasiadas responsabilidades colocadas en sus hombros como para deprimirse por los fantasmas de su pasado. 

Un golpe en la puerta lo hizo salir de su ensoñación. Movió su cabeza de un lado a otro alejando sus pensamientos pero sin dejar de mirar la ventana de su cuarto. 

—Pasa. - Uno de los sirvientes se asomó por la puerta. 
—Señor, es hora de su entrenamiento.
—Dile a Nathaniel que ya voy. - Murmuró con algo de pesadez.

Escuchó como la puerta se cerró nuevamente pero no quitó la mirada de su ventana. Era un paisaje hermoso. El sol que yacía en el Oeste se colaba entre algunas nubes, haciendo que sus rayos rebotaran contra el manto blanco que cubría absolutamente todo. Ni el más grande pintor podría retratar todo aquello como sus pupilas lo estaban haciendo. Agradecía el hecho de que al ser un dvoryanstvo sus sentidos hayan llegado a un estado que no podía gozar ningún otro ser vivo – o muerto -  Suspiró, en el amanecer seguiría observando el paisaje. Tomó su anillo y salió de su habitación.




***



Un humano lo único que podría percibir serían sombras borrosas moviéndose de un lado a otro en el salón. Pero lo cierto es que Gerard se encontraba luchando con Nathaniel como si se tratara de su enemigo. El último año había entregado todo su tiempo y energía en prepararse para la batalla. Sus poderes y su fuerza sobrehumana estaban allí, pero debían ser cultivadas. Nathaniel, siendo el mejor combatiente de la orden se convirtió en su entrenador donde ejercitaban incansablemente por horas y horas, mientras que Erminie y Edmond se encargaban de entrenar sus poderes.

—Gerard, cuida tu retaguardia. – Pronunció Nathaniel con algo de dificultad, ya que Gerard se movía tan rápido como un rayo. 
—Lo tengo. – Contestó entre dientes.

Se agazapó haciendo temblar su cuerpo. Una mueca aterradora se apoderó de su rostro y un gruñido animal surgió desde lo más profundo de sus entrañas. Nathaniel se tensó, esperando el ataque. Cada día que pasaba, le era más difícil combatir con Gerard. Además de su condición de dvoryanstvo, que ya le atribuía muchas cualidades, su arduo entrenamiento y el hecho de que se haya tomado sus responsabilidades muy a pecho lo había convertido en el vampiro más peligroso con el que había luchado. 

Frank y Anastasia observaban todo detenidamente desde un costado. Sus caras estaban casi desencajadas de la sorpresa por la ventaja que tenía Gerard sobre su entrez.

—Creo que está listo – Sentenció él.
—¿Estás seguro? ¿No parece un poco pronto? 
—Estoy seguro. Míralo. 

Gerard tomó del cuello a Nathaniel, golpeándolo contra los pisos de mármol. Un ruido sordo como el choque de dos piedras y un alarido de dolor hizo eco en toda la habitación. Colocó sus manos en garra sobre el pecho de su entrenador y simuló quitarle su corazón.

Soberbia se apoderó de su sonrisa, una vez que se incorporó. A pesar de que Nathaniel se había convertido en uno de sus mejores amigos, siempre se mofaba cada vez que le ganaba y era realmente una tortura para su orgullo cada vez que perdía. Ahora el sabor de venganza era dulce, y su sonrisa era imborrable. Ganarle cinco peleas de cinco en un día no tenía precio.

—Nadie de los que han estado bajo el mando de Nathaniel le ha ganado. Tú lo sabes. He hablado con Edmond y Erminie y dijeron que es realmente increíble la manera en que ha conseguido manejar sus dones. Gerard es poderoso y especial pero se ha esmerado y preparado al punto de que ningún vampiro que haya pasado por la orden lo supere. Creo que está listo, y no podemos perder más tiempo. Recordemos que ellos tienen a Max.
—Lo sé. Espero que podamos encontrar a solnechnyi svet antes que ellos. – Murmuró Anastasia observando como Gerard nuevamente se agazapaba listo para atacar nuevamente.

Nathaniel se incorporó rápidamente rodeándolo. Gerard se mantuvo parado allí, atento a cualquier mínimo movimiento. 

—¡Usa tus poderes Gerard! - Gritó Nathaniel respirando agitadamente.

Gerard cerró los ojos y se concentró profundamente en una mesa que se encontraba en un costado. Los abrió dejando ver sus pupilas inyectadas de sangre. Con un movimiento de su mano, la mesa se elevó del suelo y estalló ruidosamente contra la espalda de Nathaniel. Cayó rendido a sus pies respirando agitadamente. 

—¡Oye, oye! - Gritó Frank entrando a la arena. - Nathaniel te lo está poniendo todo muy fácil. Vamos gordito, muéstrame lo que tienes.

Gerard sonrió de costado cuando Frank lo llamó “gordito”, lamentablemente de gordito ya no tenía nada. Frank se colocó con su torso hacia delante tomando una postura de ataque, mientras Nathaniel se levantaba del suelo y tomaba la misma posición que Frank. 

—Muchas veces vas a tener que pelear contra dos. - Dijo mientras se acercaba peligrosamente a Gerard. - Tienes que tener los ojos bien abiertos Gerard.

Gerard asintió y en ese momento Frank y Nathaniel se lanzaron encima de él. Ellos comenzaron a lanzar patadas y puñetes como si se tratara de una pelea entre ninjas y no de vampiros mientras que Gerard los evitaba ágilmente.

—¡Utiliza tus putos poderes Gerard! - Gritó Nathaniel mientras aún trataba de golpearlo.

Lo observó con odio, sabía que lo hacía por su bien pero le molestaba de sobremanera que le gritara. Gerard sabía que lo hacía para así sacara su furia interna y sus poderes fueran más intensos. De esa manera había descubierto, meses atrás, que podía mover objetos con su mente y que tenía poder sobre el fuego. Nathaniel le gritaba furiosamente que se levantara, luego de haberlo derribado y Gerard lo observó con ira. Sus ojos se volvieron rojos y le prendió fuego su ropa. Se rió de eso por meses y meses, recordando como Nathaniel salió corriendo despavorido. 

Frank estaba más alejado de él, así que con su mente creó un círculo de fuego alrededor de él para así impedir que se moviera. Nathaniel sonrió con suficiencia mientras que seguían peleando. De un momento a otro, Gerard lo tomó del cuello y lo lanzó hacia arriba, haciendo que golpeara su espalda contra el techo y se mantuviera suspendido. Gerard se mantuvo parado intentando recobrar la respiración.

—¡Wow! ¿Cómo has hecho eso? - Preguntó Frank, aún rodeado por fuego y observando como Nathaniel aún estaba suspendido contra el techo.
—No lo sé. - Dijo Gerard con dificultad. Anastasia rodó los ojos y roció a Frank con un matafuegos para apagar las llamas. 
—Oye, se ve todo bien desde aquí pero... ¿puedo bajarme? - Gritó Nathaniel desde más de 20 metros de altura. - ¡Tenemos una reunión con los licántropos en 20 minutos!

Gerard dejó caer desde esa altura a Nathaniel y reprimió la risa al ver como el General se revolcaba de dolor en el piso. 



***



Esa vez, no estaban los 20 caballeros, sólo los que se encargaban de las operaciones “militares”. Anastasia estaba sentada junto a él con su tan usual túnica blanca que debían utilizar obligatoriamente cuando tenían reuniones especiales. En el lado contrario de la mesa se encontraba Nathaniel y Frank, con las caras tapadas por la capucha de su túnica junto con otros vampiros de rangos altos que se encargaban de esas operaciones. Eran alrededor de diez personas las que se encontraban allí. 

Gerard observó atentamente los planos que se encontraban en medio de la mesa. Eran pararetomar una emboscada a la sede de los Blut Mitternatch en Alemania que habían dejado de lado, ya que fue justo cuando se enteraron de que Gerard era el dvoryanstvo. Sería algo sencillo: acabarían con todo vampiro que se les cruzara al frente y así poder disminuir la cantidad de sus soldados. Un llamado de atención para Caleb y todos los demás, una venganza por el asesinato de uno de los Caballeros. Lo mejor de todo es que contaban con el apoyo de la corona licantrópica.

La puerta se abrió y entraron por ella alrededor de diez hombres. Estaban formados en una línea y llevaban puestas túnicas de color azul oscuro. Contaban con una estructura ósea bastante grande y Gerard no tuvo dudas de que si aún fuera humano, hubiera temido tan sólo mantenerles la mirada. El licántropo que se encontraba en el centro de la fila llevaba una especie de amuleto en el cuello, con una piedra blanca redonda, del tamaño de un CD. 

—Princesa Anastasia, príncipe Gerard. - Anunció con un asentimiento al mismo tiempo que se quitaba la capucha. 

Su cabello era negro y su piel demasiado blanca. Tenía facciones demasiado duras y salvajes, hasta el punto de darle un aspecto algo terrorífico. El hombre dirigió sus ojos hacia Gerard y lo examinó por unos segundos antes de volver su mirada hacia Anastasia. 

—Príncipe Sebastien. - Asintió ella. - Es un honor para nosotros contar con vuestra presencia.
—Desde la muerte de mi hermana he tomado esto muy personal. - Dijo el hombre mientras todos tomaban asiento en los diez lugares restantes. - Esos canallas pagarán por lo que le hicieron. 

Pudo ver como Frank se tensó frente a él cuando Sebastien dijo eso y compartió una mirada con Nathaniel. Había algo sobre la muerte de su hermana que ocultaban pero Gerard no le dio importancia. Tal vez era un tema de extrema confidencialidad que debían ocultar a los demás vampiros que los acompañaban. 

—Sé lo que se siente. - Contestó Anastasia evitando el tema de la princesa de los licántropos. - Los Blutt Mitternatch han asesinado a uno de nuestros caballeros. Una parte de nosotros también toma esto muy personal.

Sebastien asintió y movió su nariz. Supo que le era demasiado difícil para él estar en una habitación encerrado junto a diez vampiros, el olor para ellos era insoportable. Gerard dejó de respirar en el instante que los licántropos ingresaron en la habitación porque su olor fétido inundó sus fosas nasales. Estaban destinados a detestarse, incluso por algo tan inverosímil como su olor natural. Estaba escrito que así sea pero por algunas circunstancias estaban forzados a tener una relación cordial. El vampiro debería estar luchando contra los licántropos, no contra sus propios hermanos. 

El vampiro luchará contra el vampiro, hermanos contra hermanos.

Y fue en ese momento que notó como poco a poco la profecía comenzaba a hacerse realidad.

Gerard observó como todos tomaban nota mientras Nathaniel explicaba la estrategia que utilizarían al llegar a la base. Ya se lo sabía prácticamente de memoria, así que se permitió volar con su mente.  Gerard había pasado muchas noches perfeccionando los últimos detalles del plan junto a Frank y Nathaniel. A veces se sorprendían por la excelencia con la que Gerard creaba las tácticas. “Definitivamente eres un Romanov.”  declaraba Nathaniel sorprendido cada vez que Gerard creaba una estrategia inquebrantable. “No, sólo son muchos años de adolescencia jugando a Calabozos y Dragones” Respondía cortésmente. De repente la conversación reclamó su atención nuevamente, cuando Frank pronunció su nombre.

—Gerard está listo para enfrentar una batalla. Así que seríamos nosotros tres al frente de los voiny sveta. - Sentenció Frank y un silencio llenó la habitación.
—No creo que eso sea lo más conveniente. - Discrepó Anastasia. - ¿Qué pasa si le sucede algo malo? ¡No podemos perder a nuestro único dvoryanstvo a esta altura!
—Hablas de él como si fuera un niño Nastia. - Habló Nathaniel. - Tú has visto como se desempeña en el campo de batalla. ¡Esto sería un buen entrenamiento! 
—¡Pero no podemos arriesgarnos a...!
—¡Basta! - Gritó Gerard.

La habitación entera se quedó en silencio observándolo como se levantaba de su asiento. Anastasia sintió coraje de como Gerard les había gritado, pero tuvo que recordarse mentalmente que él también era uno de los Romanov, por lo tanto ambos estaban en el mismo nivel. Jamás habían discutido si él iba a formar parte o no de la batalla, pero supo que Anastasia se opondría. Gerard apoyó sus manos sobre la mesa y la observó.

—Nastia, agradezco tu preocupación pero creo que estoy preparado a correr los riesgos. Esta es una guerra, donde personas muy importantes para nosotros perdieron la vida en las manos de esos hijos de puta. Debemos vengarlos y tomar un paso adelante en el contador, para así demostrarles con quien se están metiendo. No voy a dejar que piensen que tengo miedo, soy un Romanov, soy un dvoryanstvo y por sobre todas las cosas, soy un voiny sveta y nosotros no tenemos miedo. Vamos a vengar la vida de John, de Judith y de la princesa de los licántropos aunque sea lo último que hagamos.

La sala se quedó en silencio cuando Gerard terminó su discurso. Sebastien miró a Gerard y se preguntó si él sabía que la “princesa de los licántropos” había sido Lindsey, su novia fallecida. Y también se preguntó si él sabía que ella había muerto en manos de los Blut Mitternatch. Por la tranquilidad con la que habló segundos antes, supo con certeza de que su ex-cuñado no estaba enterado de nada. 

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VII. Your past, my present and "Chinatown".

Samantha Waldorf martes, 24 de enero de 2012
VII


Frank roncaba en el asiento de copiloto al ritmo del motor de su auto. Hannah sólo suspiraba con la cabeza apoyada en el volante. Nuevamente se encontraba estacionada frente la casa de sus vecinos con su hermanito roncando como si no hubiera dormido en días. Ella había sido la que realmente no había podido dormir durante noches, no el holgazán de su hermano que no salía de su cama durante todo día. 

Generalmente, los fines de semana aprovechaba para dormir todo lo que no había podido durante la semana, pero luego de su desastroso fin de semana junto a Way sólo pudo descansar el domingo. Cuando llegaron a la madrugada a Belleville, sólo los Way estaban en su casa porque sus padres habían ido a la policía a realizar una denuncia ya que no aparecían. Luego de que los Iero llegaran y los regañaran por ser tan irresponsables de no avisar donde estaban y de desaparecer a “hacer quien sabe qué” - sus palabras, no las de Hannah - pudieron explicar la odisea por la que habían pasado. Los adultos no les creyeron para nada, entonces Hannah inteligentemente indicó que habrían llegado en el auto si hubiera funcionado. Donna preguntó como habían vuelto y Gerard se aclaró la garganta antes de explicar su versión de la historia. 

— Tuve que prostituir a Hannah con unos narcotraficantes para que nos acerquen con su jet privado.

Toda la sala se quedó en completo silencio viendo como, en cámara lenta le golpeaba la entrepierna y gritaba su tan habitual “¡Idiota!” Luego de eso se fueron a dormir por el resto del día, dejándola totalmente descansada y lista para afrontar la semana. 

Pero como ya era costumbre, su insomnio hizo presencia durante la madrugada y dos nuevas películas Western se anotaron en su lista. Las ojeras eran cada vez más grandes y no encontraba ninguna forma de que el sueño volviera a ella durante la noche.

Si seguía quedándose unos minutos más con la cabeza en el volante podría caer dormida, así que a duras penas bajó del auto y se dirigió con mucha pereza a la puerta de los Way. Antes de que llamara, se abrió mostrando a un sonriente Gerard y a un dormido Mikey que caminaba por inercia. 

—Violet. – Dijo él cortésmente, de seguro aún tenía la patada de la noche anterior grabada en su mente.  
—Arthur. – Contestó con el ceño fruncido pero luego le palmeó el hombro. – Bien, haz aprendido a utilizar el despertador. 
—Algún día debía comenzar a hacerlo, no quiero despertar siempre con un baldazo de agua fría.

Hannah sonrió con aprobación recordando el método que había utilizado para despertarlo durante todo ese tiempo y ambos se dirigieron al auto donde ya Mikey se encontraba dormido. Gerard se sentó en el asiento trasero, recostándose contra la puerta para dormir unos minutos más. 

—Por favor, no pongas esa mierda de música electrónica… - Pidió Gerard bostezando. – No quiero arruinar mis oídos. 
—Tranquilo camarada. Pondré algo de rock para ti. 

Colocó el CD de compilados de su hermano y “Nothing Else Matters” de Metallica comenzó a sonar. Gerard se relajó aún más en el asiento escuchando la voz de Hetfield salir por los parlantes, llevándolo a un estado de letargo profundo. Cuando la canción llegó a su fin, Hannah observó por espejo retrovisor como Gerard había caído dormido. Maldito, debía afrontar las consecuencias de haber llamado “mierda” a la música que escuchaba. 

Así que comenzó a adelantar las canciones hasta que el nombre “Breakdown – Breaking Benjamin” apareció en la pequeña pantalla del estéreo. Una sonrisa de maldad se extendió en su rostro mientras subía el volumen hasta el máximo. 

Maldito infeliz. 

Las primeras notas en piano de la canción comenzaron a sonar y luego el grito ensordecedor del cantante llenó el auto. Los tres saltaron espantados al mismo tiempo y Hannah no pude hacer más que reír como loca mientras aparcaba en el estacionamiento del colegio.

—¡Estás loca! ¡Loca! ¡Nunca conocí nadie más demente en mi vida! – Gritó Gerard bajando del auto y pegando un portazo. Los pequeños lo siguieron ignorando a Hannah quien aún cerraba su auto con llave y colocaba la alarma, sin poder parar la risa.  
—Lo siento, ¡no lo pude evitar! Sabes perfectamente que no puedes joder con la música que yo escucho Gerard. Además, estuve todo el fin de semana portándome bien, algo malo debía hacer. – Dijo con una sonrisa inocente. 
—Me pegaste una patada en la entrepierna el domingo, ¿no recuerdas eso? – Fue lo único que contestó moviendo la cabeza de un lado al otro. - ¿Dónde quedó nuestra tregua? 
—¿Tregua? – Preguntó Mikey quien junto a Frank estaban prestando atención a la conversación. - ¿Hicieron una tregua?
—Sh, esta es una conversación de grandes. Ve a ver Bananas en Pijamas o algo. – Le dijo Hannah frunciendo el ceño y tomando a Gerard del brazo para alejarlo más de los menores. 
—¿Qué te dije Frank? – Dijo Mikey mientras se alejaba junto a su mejor amigo. – Me debes $20. 

No alcanzaron a escuchar que fue lo que Frank replicó porque ya estaban lo bastante alejados como para entender. 

—Lo siento, pero he pasado todo el fin de semana sin golpearte, insultarte o discutir contigo, ¡así que algo debía hacer! Nuestra relación no es nada sin ellos, ¿entiendes lo que digo?

Gerard se mantuvo parado frente a ella con los brazos cruzados sobre su pecho mientras observaba con los ojos entrecerrados a Hannah quien no hacía más que sonreír tiernamente. 

—Entonces, ¿si no estás injuriandome de una manera o de otra, no podemos coexistir?
—Exacto. - Dijo ella con una sonrisa. - No puedo evitarlo, es más fuerte que yo. 
—Entonces te atienes a las consecuencias. - Contestó Gerard encogiendo los hombros. - No quiero lloriqueos, ¿ok?
—Ok, pero tampoco seas tan duro... Recuerda que soy una dama y debes tratarme como cual. - Gerard la miró arqueando una ceja. - ¿Qué? No me mires así, ¿acaso no soy una dama? 
—Una dama no golpea tan fuerte. 
—Deja de llorar Gerard. - Hannah rodó los ojos y comenzó a caminar hacia Brittany que la esperaba en la puerta del edificio principal. - Esta tarde ven a mi casa así me enseñas matemáticas. No te olvides, es lunes. 
—Nunca cariño. 

Hannah se alejó riendo por el sobrenombre que Gerard le dijo. Maldito idiota, era demasiado divertido pelear con él. Luego de esa charla “emotiva” en la que habían tratado de mantener la paz se dio cuenta que era en vano. ¿Qué sería de su vida sin tener a Gerard para molestar? Hacer las paces con Gerard era algo inútil e ilógico. Y por mucho que quisiera negarlo, a pesar de odiarlo le divertía sus peleas. A lo lejos vio como Brittanny la observaba riendo a medida que se iba acercando a ella.

—¿De qué te ríes?
—De la sonrisa idiota que tenías en el rostro luego de hablar con Way. ¿No eras tú la que hace unas semanas me llamó “loca” por considerarlo atractivo?
—Oye, oye – dijo parándose en medio del pasillo y haciendo que Brittany la enfrente. - No pongas palabras en mi boca, ¿ok? En ningún momento dije que Way era atractivo. ¿A qué viene todo esto?
—Es que... no se hablaron durante casi tres semanas y luego vienes con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Qué sucedió que no me contaste?
—Nada de lo que te estás imaginando Brittany. Su padre nos envió a Middle Township para recoger un paquete y el motor del auto se fundió. La convivencia hizo que las cosas se pusieran difíciles y bueno... ambos nos pusimos sentimentales y...
—¿Tuvieron sexo?
—¡Ugh Brittany! - Gritó Hannah haciendo una mueca de asco. - ¡No! Hicimos las pases. 
—¿Hicieron las pases? - Preguntó frunciendo el ceño. - ¿Tu y Way se llevan bien ahora?
—Oh no, claro que no. Estamos lejos de eso, créeme. Le pateé la entrepierna el domingo a la madrugada.
—Oh. Bueno... ¿entonces porque viniste sonriendo? 
—Porque creo que he vuelto a sentir el placer que sentía en mi infancia molestando a Gerard.

Brittany se paró frente a la puerta del salón de matemáticas y la observó atentamente con los ojos entrecerrados. 

—Estás loca. - Hannah rodó los ojos antes de entrar al aula. 
—Ya me lo han dicho varias veces. 



***



La clase de matemáticas era tan aburrida como siempre pero agradecía internamente a Gerard porque por fin, entendía lo que el profesor estaba explicando. En medio de la clase un papel golpeó su cabeza y se dio vuelta, dispuesta a insultar a Way – porque estaba segura de que había sido él – pero se encontró con Alex saludándola con la mano. 

Hannah inmediatamente cambió su semblante por una sonrisa boba y los ojos se le iluminaron. ¡no había oído de él en todo el fin de semana! Vio por el rabillo del ojo como Gerard murmuraba un “patético” y rodaba los ojos. Ella sólo lo fulminó con la mirada y alzó el bollito de papel. 

Me dejaste plantado el sábado a la noche, se suponía que íbamos a ver el partido del Manchester Ud contra el Liverpool” 

Frunció el ceño, no tenía ni idea de que eran pero supuso – por el nombre de las dos ciudades inglesas – que hablaba del partido de la liga inglesa de fútbol que iban a ver juntos. Bufó por lo bajo, odiaba ver deportes con Alex pero su vida dependía de quien tenía más puntos en la Champions League o quien ganaba la copa Davis en tenis. 

Lo siento, tuve un problema familiar durante el fin de semana. ¿Crees que hoy podemos recuperar el tiempo perdido?” Obviamente, no mencionaría el pequeño incidente con Gerard. Le lanzó el bollito de papel nuevamente y cinco segundos después lo sintió golpear otra vez contra su espalda. 

Claro cariño, ¿qué propones?

Ella sonrió y con rapidez le explicó que en el canal 45 darían un especial de 6 horas con películas de Polanski, uno de sus directores favoritos. Hannah podría ser considerada superficial y hueca por la mayoría del instituto, pero sólo las personas más cercanas a ellas sabían que tenía una debilidad por las películas antiguas. Era toda una cinéfila. Con emoción le lanzó el papelito y esperó a ver la reacción de Alex quien sólo frunció el ceño y arrugó la boca. Rápidamente escribió su respuesta en el papel. 

Tengo entrenamiento con el equipo, ¿puede ser otro día?” 

Hannah apretó el papel en sus manos fuertemente. Le estaba mintiendo, Alex tenía entrenamiento los martes y jueves, no los lunes. Era obvio que no quería pasar tiempo con ella. Era obvio que no quería pasar 6 horas con ella encerrados en una habitación viendo películas de Polanski. Suspiró y recostó su cabeza en su cuaderno, no le contestaría. Alex podía ser muy perfecto, pero necesitaba algo más que caricias, besos y palabras cursis. Necesitaba un chico que viera “Chinatown” con ella. 



***



Gerard recorría la parte desolada del campus dirigiéndose a la zona donde se juntaba entre los recreos junto a Bob y Ray. Mientras caminaba con la cabeza baja y pateando una piedrita seguía dándole vueltas al tema que había estado maquinando durante toda la clase de matemáticas.

El amor apesta. 

Y no, no lo decía por ser un resentido o algo por el estilo, es sólo que le asqueaba la manera en la que alguien lucía enamorado. Lo vio en Ashley, esa mirada tan idiota que le dedicaba como si fuera el ser más perfecto del mundo. Realmente lo repugnaba ver como ella lo colocaba en un pedestal. Y luego lo vio a Hannah, mirando a Alex como si fuera lo más perfecto del mundo y como si no pudiera vivir sin él. ¿Realmente lo conocía o esa mirada era producto de su imagen prefabricada que tenía de él? Si eso era amor, el amor apestaba. 

Para Gerard el amor “si es que existe” - agregó en su mente – es cuando una persona conoce todos tus defectos y virtudes, pero te sigue amando porque esas imperfecciones son las que la hacen perfecta. ¿Existiría el amor como Gerard pensaba que era? Un pensamiento un poco ilógico viniendo de un adolescente que se acuesta con todo lo que tenga pechos. 

—Gerard. - Una voz femenina lo sacó de sus pensamientos. Oh mierda, Ashley lo había seguido desde el salón de matemáticas.
—Ashley, cuantas veces debo decirte que... - Sus palabras se atascaron en su garganta cuando vio de quien se trataba. - ¿Chloe? 
—Hola. - Dijo ella con una sonrisa tímida. 

Gerard sólo se preguntó en su mente si eso era una respuesta a la pregunta anteriormente hecha. Vio cómo Chloe se removía incómoda debajo de su mirada pero no sabía que decir, ¿qué se dice luego de dos años sin hablar? ¿Qué se dice cuando tienes a la chica por la que sufriste tanto frente a tus narices? Se paró rectamente ignorando la belleza de Chloe, que lo había cautivado cuando a penas tenía quince años y tratando de demostrar que cuando le dirigió la palabra no lo afectó en nada. 

—¿Qué quieres? - Preguntó duramente.
—Lo siento. - Dijo mordiéndose el labio y Gerard rió cruzándose de brazos. 
—¿Qué? ¿Esperaste dos años para pedirme perdón? ¿Justo luego de una clase de matemáticas?
—Perdón, pero fue duro para mí también, ¿ok? - Dijo peinándose hacia atrás un mechón de su pelo rubio. - Anoche estuve pensando en lo idiota que fui en tirar por la borda lo nuestro Gerard, era especial. 
—Claro, fue demasiado duro abrirle tus piernas a Alex Edwards, ¿verdad? - Espetó con dureza. - Lo nuestro fue especial Chloe, fue. Tiempo pasado. Deberías haber tenido en cuenta eso antes de engañarme con el idiota de Edwards. 
—Era una idiota Gerard, soy una idiota, pero antes era más idiota. Lo siento tanto, nunca quise lastimarte. 

Gerard la observó con incredulidad, casi shockeado porque fueron exactamente las mismas palabras que dijo Hannah cuando le pidió perdón. Tal vez esto es algún complot entre las dos para joderlo aún más. Aunque eso sería imposible ya que las dos se odian más que a nada en el mundo y Hannah lucía realmente sincera cuando se disculpó. Y ahora Chloe también parecía sincera. 

Tal vez era sólo una coincidencia. Gerard sólo suspiró y asintió. Chloe tomó esto como una invitación y se acercó lentamente colocando sus brazos alrededor de su cuello. Comenzó a acercar lentamente su boca hasta que sus labios se rozaron y sonrió. Gerard podía sentir su aliento a fresas entrar en sus fosas nasales y se sintió como un niño nuevamente, teniendo a la chica que le gustaba entre sus brazos. 

—¿Recuerdas nuestra primera vez Gerard? - Gerard asintió tratando de no mostrar ningún sentimiento en su rostro. Tomó su celular y miró la hora.
—Tenemos exactamente 20 minutos. Mejor nos apuramos si quieres que sea rápido. 

Gerard sonrió de lado cuando sintió los labios de Chloe atacar los suyos con una furia salvaje pero en su mente corría a mil por hora. Tenía miedo por volver a enamorarse de Chloe White y se odiaba a sí mismo por no resistirse ante una mujer. 



***



El camino de vuelta fue tenso, en realidad porque ninguno de los dos estaba presente en ese momento, sus mentes estaban demasiado lejos. De fondo se escuchaba las voces de Frank y Mikey que hablaban animadamente sobre la nueva serie de ciencia ficción que había estrenado FOX. Tampoco estuvieron presentes cuando comenzaron con su clase de matemáticas. Gerard explicaba por inercia, como si cada palabra hubiera sido memorizada. Hannah sólo asentía, pero no entendía ni un comino de lo que estaba diciendo. 

—Y ahí termina la ecuación. - Dijo recostándose en la cama de Hannah y prendiendo la televisión. - Oye, pensé que tardaría más en terminar en tu cama.
—Ya se me hacía raro que no lanzaras un comentario inapropiado. - Dijo rodando los ojos y sentándose a su lado. - ¿Qué te sucede?

Gerard quitó la vista de la pantalla y la dirigió a Hannah quien ahora lo observaba con atención. ¿Cómo había notado que su atención estaba muy lejos? Él frunció el ceño, Hannah había estado en el mismo estado que él. La verdad no tenía ganas de tener una charla a corazón abierto, mucho menos con Iero, así que desvió el tema. 

—Puedo preguntar lo mismo. - Y dirigió su mirada nuevamente al televisor. - ¿Qué te sucede?
—Yo te pregunté primero, respóndeme. 
—Pero yo soy el mayor. - Contestó con guiño. 
—Gerard, ¡no utilizamos esa excusa de “yo soy mayor” desde que eramos niños! Dime que te sucede.
—Si tú me dices primero yo te lo digo. 

Hannah lo observó fijamente mientras parecía pensar cuidadosamente las palabras que diría. Era obvio que no confiaba en él, pero seguro que esa preocupación la estaba comiendo y necesitaba descargarse con alguien, aunque sea con él mismo. 

—Digamos que estoy empezando a creer que las cosas no son tan perfectas como creo. - Dijo haciendo una mueca y Gerard lanzó una carcajada. - ¿De qué te ríes idiota?
—¡Por fin te diste cuenta de que esto no es un cuento de hadas! Bienvenida al mundo real. - Hannah sólo frunció el ceño. 
—Eres un verdadero imbécil. 
—Ya lo sabía. Pero ¿Por qué te interesa de cómo me siento? ¿Hay algo que me tengas que decir?
—¿A qué te refieres?
—Es como si de pronto Úrsula se preocupara por los sentimientos de Sirenita. No va contigo, ¿entiendes lo que digo? 
—Si, también entiendo que eres un idiota supremo. 
—Igual que tu novio. – Dijo rodando los ojos. 

No supo porque lo dijo, tal vez porque aún tenía la mirada patética con la que lo había mirado Hannah horas antes. Tal vez porque también le molestó recordar que Chloe lo había dejado por el idiota de Alex. No tenía un buen día y Hannah tampoco, así que no le sorprendió cuando su pequeño puño colisionó fuertemente contra la nariz de Gerard. Sintió como sus ojos se llenaron de lágrimas y se llevó la mano inmediatamente hacia su tabique. 

—¡Eres un idiota! ¿Por qué rayos siempre tienes que meter a Alex en nuestras conversaciones? ¡Sólo te estaba preguntando que te sucedía! ¡Ash! – Gritó exasperada sin saber que más decirle. - ¡La próxima vez te quedarás sin ella, te la rebanaré y se la echaré a mis peces de colores!

Gerard la observó y quiso reír por lo absurda que había sonado al citar una de las frases de Polanski en “Chinatown”. Pero la nariz le dolía y también se maldecía internamente por ser tan idiota. Hannah lo miró arrepentida luego de ver cómo se secaba las lágrimas. 

—Lo siento. - Dijo ella mirando al suelo. - No tuve un buen día hoy y encima metiste a Alex en la discusión y bueno... no debiste haberlo hecho. —Además sabes que siempre que estoy contigo me vuelvo violenta.
—Lo sé, pero pensé que a estas alturas de mi vida podría manejar tus ataques de ira. - Dijo aún tomándose el tabique. - Siento ser un idiota siempre pero yo tampoco tuve un buen día. 

Ninguno de los dos dijo nada más. Hannah lo observó con lástima y nuevamente el sentimiento de haberla cagado la embargó. 

—Debe dolerle mucho. - Susurró
Solo cuando respiro.

Hannah sonrió de sobremanera y sus ojos se iluminaron cuando escuchó que Gerard otra de las frases de Chinatown. Él sonrió de costado al notar la forma en que lo observaba. 

—Sé que nunca hemos hecho esto pero... ¿quieres quedarte a ver un especial de películas de Polanski?
—Está bien. Pero no quiero más golpes en la nariz ¿entendido? 
—Te dije que lo siento. - Murmuró tomando el control remoto y cambiando la televisión donde ya había empezado “Rosemary's baby”
Pero, el caso es, señorita Iero, que casi me quedo sin nariz. Y me gusta mi nariz, me gusta respirar con ella. - Hannah rió al escuchar que nuevamente había citado una frase de Chinatown. 
—Oh callate Arthur.
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Capítulo XVI.

Samantha Waldorf viernes, 20 de enero de 2012
возрождение
XVI


15 de Julio de 2008. 22:34 hs. Moscú, Rúsia.

Fuego recorría todo su cuerpo, como si por sus venas corriera alquitrán. Quería salir corriendo, quitarse ese dolor o hacer algo, pero su cuerpo estaba inmovilizado. La insoportable tortura lo desesperaba, necesitaba encontrar una manera de pararlo, pero cualquier intento sería en vano porque sentía que agarres imaginarios cubrían todo su cuerpo, imposibilitándolo a hacer cualquier mínimo movimiento.

Estaba consciente de todo a su alrededor. Podía percibir cada paso, respiración y latido del corazón de los vampiros que se encontraban en la habitación. De vez en cuando escuchaba la voz de Frank, Cheech, Anastasia o Nathaniel a su lado.

También podía ver sólo la parte interna de sus párpados y esto lo ayudaba a darle un mínimo sentido del tiempo. La luz se colaba por ellos, convirtiendo todo su campo de visión en un tono intermedio entre el naranja y el marrón que indicaba que el sol estaba en lo más alto. Durante la noche, todo se volvía negro. Este patrón de naranja/marrón – negro se repitió, por lo que pudo contar, cinco veces, así que ya llevaba unos cinco días encerrado en su cuerpo.

Hubo una sola vez donde una anormalidad sucedió y fue cuando, en medio de la oscuridad, su vista se volvió de un rojo intenso. Sus globos oculares comenzaron a arder como si le echaran jugo de limón en ellos. Gerard comenzó a contar en su mente para alejar sus pensamientos del dolor insistente y cuando llegó a 5764 el ardor paró. Agradeció que por lo menos fuera la única parte del cuerpo que no le quemaba.

Así que para mantenerse ocupado en otra cosa y no en el calvario que estaba viviendo, se concentró en las conversaciones de los demás. Escuchó a Anastasia hablarle explicando de que ese fuego que sentía correr por su cuerpo era sangre de vampiro que había reemplazado a la humana para hacerlo inmortal y casi indestructible. También le dijo que había estado inconsciente dos días mientras las células de su cerebro se regeneraban y que ahora sentía ese dolor porque los nervios receptaban cada sensación de manera mucho más vivida.

En conclusión: ya llevaba una semana sintiendo como llamas recorrían todo su cuerpo. Al final del séptimo día escuchó como Nathaniel y Frank hablaban a su lado.

—Me preocupa que tarde tanto. - En la voz de Frank podía escuchar inquietud. - Mi transición duró menos de 6 horas.
—Pero ten en cuenta que Gerard es un dvoryanstvo. - Explicó Nathaniel con voz calma. - Están destinados a ser vampiros perfectos genéticamente. La transición de Anastasia duró tres días. - Frank suspiró y luego rió débilmente.
—Tienes razón. Además, Gerard tenía mucha grasa para quemar.

Ambos hombres rieron y él no pudo evitar unírseles en su mente. Sus risas pararon abruptamente y sintió sus dos miradas clavadas en él.

—¿Gerard sonrió? - Preguntó Frank.
—Si. Debe estar llegando al fin de su transición. - Contestó Nathaniel. - Mira, ha cambiado mucho físicamente.

Como si su cuerpo siguiera sus comandos, el calor comenzó a desaparecer lentamente, empezando por sus dedos, extremidades y cabeza. Pudo mover los dedos a medida que el fuego era absorbido por su pecho. Finalmente, dio un respiro de alivio y se sintió débil cuando el suplicio terminó.

De repente, lo único que escuchaba era el incesante y rápido latido de su nuevo corazón. Se concentró en el exterior, donde varios corazones latían con la misma intensidad que la de él. No pudo precisar cuantos era pero estaba seguro de que ahora no eran sólo Nathaniel y Frank.

—¿Gerard? - La voz dulce de Anastasia interrumpió el silencio. - ¿Puedes abrir los ojos?

La definición y claridad con la que escuchó su voz le sorprendió. Repentinamente, sintió como si hubiera vivido toda su vida en los años 30, escuchando música en un tocadiscos. Su calidad era mala, casi rasposa, pero se podía entender perfectamente. Entonces, como si hubiera viajado en el tiempo, ahora escuchaba perfectamente una grabación digital. La voz de Anastasia parecía remasterizada.

También pudo escuchar pájaros que cantaban fuera del palacio, algunos pasos en la planta baja y la conversación de dos personas que hablaban sobre limpiar el baño principal. Lo gracioso de todo esto es que, todas esas conclusiones, las sacó en menos de un segundo.

Abrió los ojos y se maravilló con el nuevo mundo que se presentaba frente a él. Todo era tan perfecto. Las texturas bien definidas, los colores demasiados brillantes y los bordes bien claros. Se sentía como un ciego que volvía a ver.

De un salto se incorporó y pensó que, luego de haber estado postrado por casi una semana, su cuerpo le dolería o se marearía al pararse tan rápidamente. Pero nada de eso sucedió. Sus pies se pararon sobre el suelo con demasiada precisión. Dirigió su mirada al frente, donde Anastasia, Frank, Nathaniel, Cheech, Erminie y Edmond lo observaban con atención.

—Wow. - Fue lo único que pudo pronunciar antes de reír.

Se sentía lleno de vida y extasiado. Podría correr sin parar durante horas, e incluso nadar todo el río Mississipi – si aún se encontraran en América – Pero al mismo tiempo, observaba con asombro como su campo de visión era mucho más nítido y parpadeaba sin descanso tratando de capturar en su mente cada detalle. Se le hizo algo incómodo respirar sin la necesidad de oxígeno, así que dejó de hacerlo. Volvió a observar al frente y vio que Frank ahogaba una risita, mientras que los demás lo contemplaban absortos.

—Creo que lo mejor va a ser comenzar a entrenar a este joven. - Dijo Edmond luego de unos segundos. - Parece un ciervo cegado por los focos.

Y luego todos estallaron en risas.



***



Gerard caminaba detrás de Frank, quien lo guiaba por los pasillos hasta su habitación. El palacio era tan enorme que se había olvidado como era el camino hasta su cuarto. Había pasado el resto de la noche siguiendo consejos de Edmond y Erminie para volver a re-insertarse en la sociedad humana. Uno de ellos era que no debía realizar acciones corporales (como respirar o parpadear) demasiado rápido ya que la velociodad con la que trabaja la mente de un vampiro no se compara a la lentitud de la de un humano.

Además, debía aprender a controlar su nuevo cuerpo. Le costaba manejar sus propias extremidades, no tenía control sobre ellas. Así que en esos momentos se encontraba tratando de ralentizar sus pasos y caminar como un humano normal lo haría. No había ninguno cerca, pero no le vendría mal practicar.

—No trates de forzar los movimientos Gee, date tiempo. - Le dijo Frank abriendo una de las puertas y entrando a la habitación. - A mi también me costó acostumbrarme a volver a comportarme como un humano común. Creo que estuve cerca de una semana tratando de controlar mis parpadeos.
—Es extraño. - Contestó Gerard siguiendo a Frank. - Siento que no puedo manejar mi propio cuerpo, es como si alguien lo moviera por mí.
—Repito, es normal. Cuando te veas al espejo te sentirás aún más extraño.

Gerard lo examinó con el ceño fruncido. Luego, las palabras anteriores de Nathaniel volvieron a su mente: “Mira, ha cambiado mucho físicamente.” ¿Cómo luciría ahora? ¿Sería una masa de músculos o seguiría teniendo ese aspecto de debilucho? ¿Su rostro habría cambiado mucho? Frank observó la expresión de desconcierto y confusión pintada en su rostro. Le hizo señas para que lo siguiera hasta el baño, donde había un espejo de cuerpo completo.

Mierda.

Su contextura física había cambiado ligeramente. Observó con detenimiento sus brazos que ahora, estaban delineados por sus fuertes músculos. Se levantó un poco la camiseta para notar como se notaba el hueso de su cadera y como unos fornidos abdominales se asomaban. No debió quitársela completamente para advertir que sus pectorales habían sacado provecho de la transición. Sonrió levemente, admirando lo que un poco de sangre de vampiro podía hacer por su físico. Pero ¡vamos! Toda su vida había deseado tener una apariencia digna de un actor de hollywood y ahora que su deseo se hacía realidad... debía estar contento.

Pero toda satisfacción que sintió fue abolida en el instante en el que su mirada se dirigió a su rostro. Su fisonomía no tuvo una reacción placentera en él. Su rostro mantenía una mueca dura y facciones mucho más cuadradas. Tocó su quijada que ahora lucía más prominente. Su cuello se advertía demasiado fuerte y con cuidado tocó unas pequeñas marcas en su cuello.

—Allí tuve que morderte. - Contestó Frank a su pregunta no hecha. - Perdiste demasiada sangre y era la única manera que mi mordida fuera más efectiva.

Gerard no contestó y se ocupó de inspeccionar al hombre en el reflejo. Sus ojos rojos lo observaban con una mirada distante. Luego de unos segundos, una ola de agobio lo golpeó cuando vio cada una de sus premoniciones hacerse realidad.

El hombre que lo observaba con atención era el mismo que había visto en su reflejo en el arrollo, cuando perdió la conciencia luego del accidente con Lindsey.

El mismo hombre que se había burlado de él en el baño, el mismo día de su intento de suicidio. ¿Quién se hubiera imaginado que se convertiría en él? Observó por última vez a ese perfecto y aterrador ser que lo observaba del otro lado del vidrio antes de alejarse para sentarse en la cama, colocando sus codos sobre sus muslos.

Le daba miedo su rostro, terror por lo espeluznante e irreal que lucía. Frank lo siguió y se sentó en una silla que estaba frente a la cama.

Conocía de sobremanera la mirada vacía que ahora se presentaba en los ojos de Gerard: su odio por si mismo hacía que sus orbes verdes se oscurecieran. Gerard, antes de la muerte de Lindsey, fue un tipo que reía por cualquier idiotez y era el alma de la fiesta en cualquier reunión. Parecía que la felicidad irradiaba por cada poro de su cuerpo, pero Frank conocía a Gerard mucho más de lo que él mismo se conocía.

Lindsey le hacía bien, podía ver como su felicidad era verdadera. Pero había momentos, unos pocos segundos, donde su rostro mostraba que estaba peleando contra algunos demonios internos que él no sería capaz de entender. Lo aterraban, lo tentaban para sumirse en la oscuridad y no le ofrecían escapatoria. La muerte de Lindsey... fue una señal que Gerard tomó para dejar de luchar contra esos demonios y les tomó la mano para encerrarse en las tinieblas y no poder escapar.

Sólo deseaba, que teniendo una misión tan importante como era esa, Gerard pueda luchar contra sus propios fantasmas y así poder enfrentarse al peligro que el mundo de las tinieblas tenía preparado para él.

—¿Qué sucedió con la mujer a la que maté Frank? - Pronunció luego de unos minutos en silencio.
—Le dimos el velatorio que se merece.

Gerard asintió y dirigió su mirada al suelo. Frank suspiró y se sentó a su lado, pensando cuidadosamente las palabras que diría a continuación.

—Esto es lo que somos Gerard. Somos asesinos por naturaleza, predadores. Somos la pesadilla de muchos niños y la adoración de muchos adolescentes. No podemos evitarlo, necesitamos la sangre, necesitamos matar. Sé que lo que voy a decir no suena muy esperanzador pero... te acostumbrarás. Luego de unos años ya no importarán la cantidad de vidas que quedaron en tus manos. La culpa deja de existir y terminamos moviéndonos por nuestros impulsos.
—¿No era que proteger la vida humana era su principal objetivo? - Lo desafió Gerard.
—Si, pero no podemos escapar de quien somos. Llevamos una maldición encima nuestro Gerard, y creo que un par de vidas inservibles no afectarán nuestro plan de salvar los miles de millones. No estamos jugando a ser Dios, o el Destino. - Pronunció Frank antes de levantarse y dirigirse a la puerta. - Y por si te sirve de consuelo, la mujer que mataste, había asesinado a su hijo.

Frank observó el rostro de Gerard nuevamente antes de salir por la puerta. Su semblante mostraba cierto alivio, pero otra vez, algo lo estaba martirizando por dentro. Se alejó de la puerta y se sentó en la silla donde había estado antes. Haría esa pregunta que había salido de su boca miles de veces, una vez más, pero esta vez no se daría por vencido con un simple “Si” - ya que sabía que esa sería su contestación -. Esta vez, no dejaría a su amigo en ese estado.

—¿Estás bien?
—Si. - Frank rodó los ojos.
—No te creo.

Levantó su vista y se encontró con los orbes avellana de su amigo estudiándolo cuidadosamente. Gerard suspiró, como si tuviera un debate interno sobre si hablar o no. Frank decidió empujarlo un poco más.

—Quieres hablar... ya sabes... de esa noche? - Murmuró. Gerard miró hacia otro lado incapaz de enfrentar a su amigo
—Esa noche aspiré “polvo de ángel”. - Frank se quedó observándolo incapaz de decir algo.
—Gerard, sabes que el “polvo de ángel” es una droga peligrosa. ¿Por qué lo hiciste?
—Supongo que estuve juntando muchas cosas. Demasiadas... que tú no sabes. - Suspiró nuevamente, como si cada palabra que salía de su boca fuera un peso que se quitaba de encima - Hace casi dos meses conocí a... alguien. Bailaba en un pub que me habían recomendado, y no lo sé, no sé como explicarlo Frankie. La deseé desde el primer momento que la vi, era la perfección en persona. Sabía que había perdido la cabeza pero debía conocerla a cualquier coste. Le pagué $20.000 para que se acueste conmigo durante un mes.

Observó la mirada de Frank, sólo para saber si lo estaba juzgando o no. En sus sinceros ojos vio atención y agradeció tener un amigo como él.

—Al principio era sólo sexo, el deseo y la lujuria que me hacía sentir ella era impresionante. Pero luego... las cosas cambiaron. Me hacía olvidar de Lindsey, de mis problemas con las drogas, de mi depresión y comencé a hacerme adicto a ella. No sé si me enamoré o no, pero no podía estar un día sin besarla y tenerla conmigo. Pero ella sólo quería mi dinero Frank, y no podía arriesgarme a sufrir nuevamente. El día que “terminamos” tuve un ataque de rabia y casi la golpeo ¡casi la golpeo! No podía soportarlo más, odiaba todo, me odiaba a mí, odiaba a la vida, entonces aspiré “Polvo de Ángel”.
—Y eso te llevó a tratar de suicidarte... ¿no?

Gerard asintió incapaz de decir una palabra, Frank tampoco lo hizo. No se hubiera imaginado que su amigo llegaría a un punto en el que su vida pendiera de un hilo. Se levantó y antes de cruzar la puerta dijo:

—Las casualidades no existen Gerard, por algo eres un Romanov, por algo te salvé esa noche en el baño. Tienes miles de años por delante. Tal vez el destino te está dando una nueva oportunidad.